Por Walter Antillon, ex candidato a la vicepresidencia por el Frente Amplio.
"Aunque ya pasaron las Elecciones del 2 de febrero conservo en mi carro, alta y tremolante, la bandera del Frente Amplio. Quizás para algunos de los partidos que no van a Segunda Ronda todo concluyó en aquella fecha: para nosotros, como Partido, lo más importante empieza ahora.
El Frente Amplio tuvo un modesto origen, pero fue concebido para alcanzar un alto destino; que no es meramente hacerse con el poder del Estado, sino impulsar e inspirar el nacimiento de la verdadera Democracia en nuestro País y, con ella, la construcción del Estado de Justicia Social. Por eso digo que su misión fundamental empieza ahora; y por eso digo que no puede arriar sus banderas: debemos superar la visión reductiva de los episodios electorales, para construirnos como un partido de acción permanente, sólidamente apoyado en la juventud.
La pasada campaña electoral dejó a nuestra juventud frenteamplista muy amargas enseñanzas. Lucharon denodadamente, henchidos de buena fe, en las filas de un dirigente excepcional: inteligente, bien preparado, valeroso y honesto; y como respuesta sufrieron en su propia carne los dardos envenenados de la mentira y la tergiversación sistemáticas: asistieron indignados pero impotentes a los mayores atentados contra la credulidad y a la vulnerabilidad de los estratos más carenciados de la comunidad, perpetrados con lujo de cinismo y prepotencia por parte de la oligarquía y los medios de comunicación a su servicio. Asistieron, en otras palabras, a la segunda rampante aparición del oprobioso 'Memorandum del Miedo', obra maestra de la corrupción liberacionista.
En suma, la acción concertada de difundir mentiras, amenazar a los trabajadores de las empresas y comprar los votos de personas en extrema pobreza, llevada a cabo por Liberación Nacional y el Movimiento Libertario fue una cátedra de anti-democracia, una lección de podredumbre impartida por los opulentos en la pasada campaña que la juventud costarricense no olvidará; como tampoco olvidará a todos aquellos piadosos candidatos que posaron para las cámaras en las ceremonias religiosas celebradas, como por casualidad, en la vigilia de las elecciones, o incluso a boca de urna: “París bien vale una misa”, o dos.
Pero quedó demostrado que aquellos jóvenes de buena fe, perspicaces y bien informados que colmaron nuestras filas en todo el País, lograron superar fácilmente la barrera de embustes e infamias erigida por los reaccionarios de todos los pelajes contra el Frente Amplio: que es chavista, que es comunista, que es bolivariano, que es orteguista, que es fidelista; que si llega al poder va a implantar una ruinosa dictadura totalitaria en Costa Rica, etc. Se trataba de afirmaciones sin ninguna seriedad, basadas en argumentos pueriles, que fueron martilladas día y noche por los propios candidatos en los debates; y también por editorialistas, articulistas, comentadores de radio y TV, gacetilleros, reporteros, entrevistadores, altos ejecutivos, patronos y capataces en todo el País. En fin, afirmaciones que en países políticamente desarrollados provocarían la risa de la gente; pero que en Costa Rica surtieron efecto entre la gente sencilla.
Los comicios recientes mostraron claramente, en mi criterio, que en esos sectores de población ignaros de la verdadera Política y sometidos al triple flagelo de la compra de votos, la amenaza y la mentira, radica la mayor debilidad del sistema electoral costarricense. Y es aquí precisamente donde el Frente Amplio puede desplegar una labor benemérita, con las armas de la educación permanente, liberadora, democrática y solidaria, para animar a nuestro Pueblo a romper las cadenas del temor, la ignorancia y los prejuicios, y recobrar por fin el cetro de su poder soberano.
Es la tarea fundamental que este Partido joven, vigoroso y optimista debe acometer con ánimo resuelto, sin escatimar esfuerzos, imbuido de fervor cívico: no hay misión más alta. ¡Alcemos nuestra bandera!"
"Aunque ya pasaron las Elecciones del 2 de febrero conservo en mi carro, alta y tremolante, la bandera del Frente Amplio. Quizás para algunos de los partidos que no van a Segunda Ronda todo concluyó en aquella fecha: para nosotros, como Partido, lo más importante empieza ahora.
El Frente Amplio tuvo un modesto origen, pero fue concebido para alcanzar un alto destino; que no es meramente hacerse con el poder del Estado, sino impulsar e inspirar el nacimiento de la verdadera Democracia en nuestro País y, con ella, la construcción del Estado de Justicia Social. Por eso digo que su misión fundamental empieza ahora; y por eso digo que no puede arriar sus banderas: debemos superar la visión reductiva de los episodios electorales, para construirnos como un partido de acción permanente, sólidamente apoyado en la juventud.
La pasada campaña electoral dejó a nuestra juventud frenteamplista muy amargas enseñanzas. Lucharon denodadamente, henchidos de buena fe, en las filas de un dirigente excepcional: inteligente, bien preparado, valeroso y honesto; y como respuesta sufrieron en su propia carne los dardos envenenados de la mentira y la tergiversación sistemáticas: asistieron indignados pero impotentes a los mayores atentados contra la credulidad y a la vulnerabilidad de los estratos más carenciados de la comunidad, perpetrados con lujo de cinismo y prepotencia por parte de la oligarquía y los medios de comunicación a su servicio. Asistieron, en otras palabras, a la segunda rampante aparición del oprobioso 'Memorandum del Miedo', obra maestra de la corrupción liberacionista.
En suma, la acción concertada de difundir mentiras, amenazar a los trabajadores de las empresas y comprar los votos de personas en extrema pobreza, llevada a cabo por Liberación Nacional y el Movimiento Libertario fue una cátedra de anti-democracia, una lección de podredumbre impartida por los opulentos en la pasada campaña que la juventud costarricense no olvidará; como tampoco olvidará a todos aquellos piadosos candidatos que posaron para las cámaras en las ceremonias religiosas celebradas, como por casualidad, en la vigilia de las elecciones, o incluso a boca de urna: “París bien vale una misa”, o dos.
Pero quedó demostrado que aquellos jóvenes de buena fe, perspicaces y bien informados que colmaron nuestras filas en todo el País, lograron superar fácilmente la barrera de embustes e infamias erigida por los reaccionarios de todos los pelajes contra el Frente Amplio: que es chavista, que es comunista, que es bolivariano, que es orteguista, que es fidelista; que si llega al poder va a implantar una ruinosa dictadura totalitaria en Costa Rica, etc. Se trataba de afirmaciones sin ninguna seriedad, basadas en argumentos pueriles, que fueron martilladas día y noche por los propios candidatos en los debates; y también por editorialistas, articulistas, comentadores de radio y TV, gacetilleros, reporteros, entrevistadores, altos ejecutivos, patronos y capataces en todo el País. En fin, afirmaciones que en países políticamente desarrollados provocarían la risa de la gente; pero que en Costa Rica surtieron efecto entre la gente sencilla.
Los comicios recientes mostraron claramente, en mi criterio, que en esos sectores de población ignaros de la verdadera Política y sometidos al triple flagelo de la compra de votos, la amenaza y la mentira, radica la mayor debilidad del sistema electoral costarricense. Y es aquí precisamente donde el Frente Amplio puede desplegar una labor benemérita, con las armas de la educación permanente, liberadora, democrática y solidaria, para animar a nuestro Pueblo a romper las cadenas del temor, la ignorancia y los prejuicios, y recobrar por fin el cetro de su poder soberano.
Es la tarea fundamental que este Partido joven, vigoroso y optimista debe acometer con ánimo resuelto, sin escatimar esfuerzos, imbuido de fervor cívico: no hay misión más alta. ¡Alcemos nuestra bandera!"