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domingo, 6 de abril de 2014

¿Qué pedimos al nuevo gobierno?




Hoy vamos a segundas elecciones, un recurso que establece nuestro sistema electoral cuando por las razones que sea, el pueblo no elige presidente en las primeras. En las segundas, solo hay una opción: o elige o elige.

Sin considerar el efecto que ha tenido sobre la conciencia y el ánimo de los electores treinta años de malos gobiernos rematado en los últimos ocho años con los que no se veían, por pésimos, desde que Juan de Cavallón fundó la ciudad de Garcimuñoz a su llegada a nuestras tierras*, nos aventuramos a decir que ese electorado fue bombardeado con la más asquerosa campaña del terror que hayamos visto en décadas organizada por los descendientes de Cavallón contra un candidato y un partido a quienes no podían señalarle ni un solo acto de corrupción y en cambio si muchos de entrega, lealtad y compromiso con la patria.

La campaña tuvo parcialmente un efecto negativo sobre el Frente Amplio, pero no el suficiente para permitirle crecer a alturas que no se daban desde hace cincuenta años para un partido socialista.
Quien más recogió la cosecha de la campaña de la mentira y el miedo para su beneficio ha sido el PAC, lo que demuestra que, al PLN, esa estrategia del terror se le devolvió como bumerán.
Estábamos ante una encrucijada los ticos: ¿Cómo votar por un candidato demagogo, débil, incapaz representante del partido más corrupto de nuestra historia reciente?
El miedo le quitó votos al Frente Amplio, pero nos se los dio a Araya. Se los otorgó a Luis Guillermo, aunque no los suficientes para elegirlo en primera ronda. La masa fiel al PLN, cada vez más pequeña, le entregó su voto a ese partido y los mandó a segunda ronda.

El electorado elegirá hoy a Luis Guillermo, no al PAC, un partido que nació por decisión de otro Solís y que hoy parece haberse convertido en tierra de nadie.

Don Luis Guillermo tiene la misión de hacer  cambios necesarios dentro de los límites que le impone su propio partido y una estructura establecida por sus progenitores políticos, los hermanos Arias, para producir un gobierno de transición del neoliberalismo al socialismo. 

Ante esto,decimos con José María Villalta: "Al nuevo gobierno solo le pedimos que pare la robadera. Que gobierne para las grandes mayorías dando prioridad a las personas empobrecidas, explotadas y discriminadas. Que respete y defienda los derechos de las personas trabajadoras y avance en el cumplimiento de los derechos humanos. Nunca para atrás. Que respete y defienda a la Madre Tierra. ¿No es mucho pedir, verdad? En todo lo que haga en esta dirección podrá contar siempre con el Frente Amplio" Y decimos también con una amiga escritora: "¡Este país da un hombre lúcido como José María Villalta Florez-Estrada una vez en un siglo!"

EDUARDO ZÚÑIGA

*Frase aplicada a Laura Chinchilla por Óscar Arias, que le hurtamos para aplicársela también a sus propios gobiernos.

martes, 1 de abril de 2014

¿A dónde vas, izquierda latinoamericana?



Superada la fatídica etapa de los golpes de estado a las democracias y las dictaduras de derecha auspiciadas por los
Estados Unidos, habiendo entrado ese imperio económico en una crisis de la que solo saldrá como dijo alguien "si dispusiera de los recursos de dos planetas más" para sostener su estilo de vida y su poderío mundial, ocupado en sus guerras en invasiones en oriente, acabada la guerra fría, Latinoamérica pasó a ocupar un segundo lugar en los intereses de la gran potencia.
Esto fue aprovechado primero por Chávez, líder indiscutible de la renovación de los ideales independentistas de Bolívar que fue el primero con la capacidad de enfrentarse con decisión , poder, valentía  e irreverencia al dominio estadounidense, seguido por Ecuador, Brasil, Bolivia, Uruguay...  en su particular estilo cada uno.

Es sin lugar a dudas Hugo Chávez el inspirador de este movimiento y a él se debe la existencia del Mercosur, de Unasur, del Celac, del Alba que se han convertido en organizaciones unificadoras de una voluntad de independencia política y económica que han obligado a cambiar las relaciones internacionales con América Latina, convirtiéndose ésta en una fuerza mundial de obligatoria consideración y respeto. Bueno, hasta la OEA tuvo que transformarse para salvarse de la muerte, si miramos los últimos detalles de su  obligada acción frente a los planes neogolpistas de Estados Unidos respecto a Venezuela. 

Dentro de este nuevo orden y en medio del fracaso mundial del capitalismo ortodoxo conocido ahora como neoliberalismo, quizás más agresivo aún, la izquierda latinoamericana ha tenido que auto analizarse, autocriticarse y replantear su estrategia, sus objetivos y su agenda política.
Ya no responde al dogmatismo soviético, maoísta o troskista de antaño. No, ya no. Superados los movimientos guerrilleros que no conducían más que a una lucha de desgaste inútil con miles de muertes inocentes; se ha planteado en cambio la necesidad de usar la vía electoral para llegar al poder, esa vía por la que se perpetuaron antaño los líderes de derecha. La cosa parece haber dado vuelta. ¿Creen en el sistema electoral? ¡Ah, pues nosotros también, pero de a deveras! ¡ Y los tiempos no están para hacerle a nadie lo que le hicieron a Allende! A lo más que han llegado en los últimos tiempos, es a sacar en piyama a un presidente constitucional y mandarlo para Costa Rica, aunque por la desaprobación mundial, las cosas no les salieron exactamente como las quería Micheleti y sus socios.

Entonces la izquierda está jugando en el mismo tablero democrático convencida de que debe convivir con el capitalismo. 

Pero ojo, la estrategia parece consistir en que existe en ella una convicción de la necesidad de recuperar para los países las riquezas esenciales, llámense petróleo, minería, gas, agua…, de que debe contar con la empresa privada porque el estado no puede con todo, pero que debe convencer a la empresa privada que puede crecer en paz siempre y cuando cumpla con sus obligaciones y deberes en el campo del progreso y el bienestar social como vía garante de la paz social y la seguridad, de modo que se equilibre la balanza entre el capital financiero y el capital humano que aporta su fuerza de trabajo físico o intelectual. Que se invita a invertir al capital extranjero bajo seguridad jurídica y condiciones legales establecidas, que está dispuesta esa izquierda a ser una sociedad con mercado, pero no "de mercado", que hay recursos que se alquilan, pero no se venden porque los países no están en venta y que no tienen derecho a inmiscuirse bajo ninguna circunstancia en las decisiones políticas porque éstas son del ámbito exclusivo de la soberanía nacional. En fin: en condiciones justas de beneficio mutuo y con absoluta transparencia ante los electores.

Ah, muy importante: los estados se reservan la administración de servicios y bienes estratégicos como la salud, la educación, la seguridad, los cuerpos militares y ciertos recursos naturales por razones aceptadas universalmente.

La fuerza de este movimiento es tal, que hasta Cuba aprobó una ley de inversión extranjera y ya los inversionistas europeos  y asiáticos corren para entrar de primeros, antes de que finalmente y por presión del capitalismo estadounidense, el senado de esa nación termine por levantar el bloqueo económico, ante esta jugada  urgente y astuta del gobierno cubano.
Con esta acción, Cuba  que en el pasado quiso extender su revolución en el área, se aleja definitivamente del viejo dogmatismo marxista y empieza a transitar por la vía de la izquierda latinoamericana. ¡Cosas veredes!

Entendida así, esta izquierda  se impone inevitablemente y su carta de presentación son los logros en la autonomía, la independencia, la organización continental, el desarrollo económico y social que hace pocas décadas eran una utopía, no más.

GRUPO RONCAHUITA