'Temporada idiota' en elecciones de EE. UU., según Carlos Fuentes
¿Toma usted té?
El escritor mexicano analiza los comicios de este martes y vaticina
una división de la derecha.
La "temporada idiota" (The Silly Season) es una expresión que la
política norteamericana aplica a la época electoral intermedia entre
dos sufragios presidenciales. Pocas temporadas la han merecido más que
la actual carrera hacia las urnas el próximo 2 de noviembre.
La siempre admirable Sarah Palin, que renunció a la Gobernación de
Alaska para hacer publicidad política acumulando (hasta el día de hoy)
doce millones de dólares, inicia mi recuento de tonterías. La señora
Palin se refiere sin cesar a los Founding Fathers, es decir, los
patriotas fundadores de la nación en 1776. Un entrevistador le pidió
que nombrara a los "fundadores". La señora Palin guardó silencio. Por
más que use la expresión "padres fundadores", no sabe el nombre de uno
solo.
Después de un largo silencio, logró murmurar: "Washington". O sea,
desconoce a Jefferson, Franklin, Madison, Hamilton, pese a que estos
héroes tienen estatuas, avenidas, escuelas y hasta autobuses que los
recuerdan. Recordemos, por nuestra parte, que esta es la misma Sarah
Palin que acusa a Barack Obama y a los demócratas de ignorar la
historia de los Estados Unidos.
La ignorancia de la derecha llega hasta afirmar que Obama no es
norteamericano, que es un islamista secreto y, aun, que es socialista
o, acaso, comunista. Bueno, en los Estados Unidos hay un público que
siempre ha necesitado un "villano", un malo de la película. El cine
documenta esta verdad. En la era silente, los alemanes del Kaiser y
los mexicanos de Pancho Villa cumplieron con esta función maniquea
(los alemanes eran "Bosh", los mexicanos, "greaser"). Les sucedieron
los nazis, los comunistas, los coreanos, los chinos, los vietnamitas
y, ahora, los musulmanes.
Todo musulmán es un terrorista, afirmó el terrible Bill O'Reilly en el
programa de TV de Barbara Walters, lo que provocó la salida de dos
mujeres panelistas. Juan Williams, comentarista de la cadena NPR,
comentó que cuando una persona con vestimenta árabe se sube a un
avión, Williams se siente nervioso. Cabe preguntarse si un terrorista
musulmán viaja vestido de musulmán. Más bien, ¿no busca el terrorista
ser como todo el mundo a fin de no ser identificado?, ¿por qué,
volviendo a Williams, habría de identificarse como tal un terrorista?
Paranoia, maniqueísmo, enfermedad.
La satanización del islam es hoy el cable eléctrico de la derecha
extrema en los Estados Unidos. Un pastor de la Florida quema en
público el Corán. El centro islámico cercano al World Trade Center de
Manhattan hubo de desplazarse. Las comunidades islámicas en los
Estados Unidos se sienten amenazadas. Incluso, hay comunidades sin
musulmanes pero a las que la fobia identifica como islámicas.
Pero los ataques religiosos y racistas no son nada comparados con los
ataques políticos personalistas, aunque Rand Paul, candidato
republicano al Senado por Kentucky fue señalado por su oponente
demócrata como un "budista" que obliga a las mujeres a hincarse,
atadas, ante un ídolo. Claro que esto sucedió hace tiempo, cuando Rand
era un estudiante "vacilador". Hoy, es artillería de campaña contra el
buen Rand Paul, que es sólo un buen protestante y padre de familia.
Sobresalen en esta "temporada idiota" la campaña por el Gobierno del
estado de Nueva York. El contrincante republicano, Carl Paladino,
vocifera contra "el Gobierno" en general y los "gays" en particular.
Al rato, el señor Paladino se excusa del debate, alegando que debe
orinar. En su lugar quedan un pantera negra disfrazado de Nehru y un
afroamericano cuyos bigotes se trenzan con barbas y éstas con
cabellera y cejas, disfrazándolo. Se llama Jimmy MacMillan y encabeza
el "Partido de la renta demasiado alta". Hasta que una reportera de
The New York Times descubre que MacMillan vive en un departamento
donde no paga renta.
Añádase a este coctel neoyorquino a Kristin Davis, dueña de casas de
prostitución, que se defiende de ser llamada "puta" y pide que se le
diga "madame". Con razón el candidato demócrata y seguro vencedor,
Andrew Cuomo, sonríe y no dice nada.
Las cosas se complican en Colorado, donde el republicano Cory Gardner
se opone a dos candidatos llamados "Markey". Betsy Markey se opone a
Obama. Ed Markey es pro-Obama. No basta esta distinción. Betsy debe
aclarar que ella usa aretes, pero no usa corbata. Ni aretes ni corbata
le interesan a Tom Tancredo, el feroz candidato a gobernador en
Colorado, cuya agenda incluye bombardear a la ciudad sagrada del
islam, la Meca y deportar a doce millones de trabajadores migrantes.
En Alaska, entre tanto, el candidato del Tea Party, Joe Millar, se
niega a contestar preguntas, se opone a las compensaciones contra
desempleo pero oculta que su esposa las recibe. Manda atar de manos a
un reportero demasiado preguntón y olvida que Alaska depende en un 40
por ciento de la ayuda del Gobierno y que sus yacimientos petroleros
son estatales.
Más cómica es otra candidata del Tea Party, Christine O'Donnell, por
Delaware. Fue "bruja" aunque ahora lo niegue. En un debate televisivo
pidió que no se separasen la Iglesia y el Estado, "como quieren los
socialistas". Cuando se le indicó que la Constitución de los Estados
Unidos separa a la Iglesia del Estado, O'Donnell persistió, incrédula,
en el error antes de hundirse en la confusión.
El Tea Party reúne a los más vociferantes -e ignorantes- opositores de
Obama. Se sabe que se oponen a todo, pero no qué cosas favorecen.
Contra todo, pro nada. Salvo en política exterior, donde el Tea Party
se divide en aislacionistas e intervencionistas. Todos se oponen a las
Naciones Unidas y a la Organización Mundial del Comercio. Y desde el
Congreso, sus miembros electos votarán en asuntos como Iraq,
Afganistán, Rusia, China y el Oriente Medio. A tomar té.
Obama debe congratularse. Las victorias del Tea Party dividirán al
Partido Republicano y apartarán de éste al voto independiente, que es
el que decide las elecciones. En la oposición pura, el Partido
Republicano se ha opuesto a todas las iniciativas del Presidente, con
ánimo rencoroso. Ahora, el Partido Republicano, al menos en la Cámara
de Representantes, tendrá poder pero también división. Ahora, Obama
podrá negociar con los republicanos moderados.
Cuando Thomas Jefferson le explicó a George Washington que colaba el
té para quitarles amargura, el primer presidente de los Estados Unidos
dijo que para eso existía el Congreso: para quitarle amargura a las
iniciativas del Ejecutivo. Sin duda, Obama ha aprendido esta lección.
* * * * *
Nota: escribo desde Los Ángeles y, si pudiese, votar le daría mis
sufragios a Jerry Brown como gobernador y a Barbara Boxer para el
Senado. Como yo, ciudadano mexicano, no puedo votar, insto a mis
compatriotas méxicano-americanos a hacerlo por Brown y Boxer.
El escritor mexicano analiza los comicios de este martes y vaticina
una división de la derecha.
La "temporada idiota" (The Silly Season) es una expresión que la
política norteamericana aplica a la época electoral intermedia entre
dos sufragios presidenciales. Pocas temporadas la han merecido más que
la actual carrera hacia las urnas el próximo 2 de noviembre.
La siempre admirable Sarah Palin, que renunció a la Gobernación de
Alaska para hacer publicidad política acumulando (hasta el día de hoy)
doce millones de dólares, inicia mi recuento de tonterías. La señora
Palin se refiere sin cesar a los Founding Fathers, es decir, los
patriotas fundadores de la nación en 1776. Un entrevistador le pidió
que nombrara a los "fundadores". La señora Palin guardó silencio. Por
más que use la expresión "padres fundadores", no sabe el nombre de uno
solo.
Después de un largo silencio, logró murmurar: "Washington". O sea,
desconoce a Jefferson, Franklin, Madison, Hamilton, pese a que estos
héroes tienen estatuas, avenidas, escuelas y hasta autobuses que los
recuerdan. Recordemos, por nuestra parte, que esta es la misma Sarah
Palin que acusa a Barack Obama y a los demócratas de ignorar la
historia de los Estados Unidos.
La ignorancia de la derecha llega hasta afirmar que Obama no es
norteamericano, que es un islamista secreto y, aun, que es socialista
o, acaso, comunista. Bueno, en los Estados Unidos hay un público que
siempre ha necesitado un "villano", un malo de la película. El cine
documenta esta verdad. En la era silente, los alemanes del Kaiser y
los mexicanos de Pancho Villa cumplieron con esta función maniquea
(los alemanes eran "Bosh", los mexicanos, "greaser"). Les sucedieron
los nazis, los comunistas, los coreanos, los chinos, los vietnamitas
y, ahora, los musulmanes.
Todo musulmán es un terrorista, afirmó el terrible Bill O'Reilly en el
programa de TV de Barbara Walters, lo que provocó la salida de dos
mujeres panelistas. Juan Williams, comentarista de la cadena NPR,
comentó que cuando una persona con vestimenta árabe se sube a un
avión, Williams se siente nervioso. Cabe preguntarse si un terrorista
musulmán viaja vestido de musulmán. Más bien, ¿no busca el terrorista
ser como todo el mundo a fin de no ser identificado?, ¿por qué,
volviendo a Williams, habría de identificarse como tal un terrorista?
Paranoia, maniqueísmo, enfermedad.
La satanización del islam es hoy el cable eléctrico de la derecha
extrema en los Estados Unidos. Un pastor de la Florida quema en
público el Corán. El centro islámico cercano al World Trade Center de
Manhattan hubo de desplazarse. Las comunidades islámicas en los
Estados Unidos se sienten amenazadas. Incluso, hay comunidades sin
musulmanes pero a las que la fobia identifica como islámicas.
Pero los ataques religiosos y racistas no son nada comparados con los
ataques políticos personalistas, aunque Rand Paul, candidato
republicano al Senado por Kentucky fue señalado por su oponente
demócrata como un "budista" que obliga a las mujeres a hincarse,
atadas, ante un ídolo. Claro que esto sucedió hace tiempo, cuando Rand
era un estudiante "vacilador". Hoy, es artillería de campaña contra el
buen Rand Paul, que es sólo un buen protestante y padre de familia.
Sobresalen en esta "temporada idiota" la campaña por el Gobierno del
estado de Nueva York. El contrincante republicano, Carl Paladino,
vocifera contra "el Gobierno" en general y los "gays" en particular.
Al rato, el señor Paladino se excusa del debate, alegando que debe
orinar. En su lugar quedan un pantera negra disfrazado de Nehru y un
afroamericano cuyos bigotes se trenzan con barbas y éstas con
cabellera y cejas, disfrazándolo. Se llama Jimmy MacMillan y encabeza
el "Partido de la renta demasiado alta". Hasta que una reportera de
The New York Times descubre que MacMillan vive en un departamento
donde no paga renta.
Añádase a este coctel neoyorquino a Kristin Davis, dueña de casas de
prostitución, que se defiende de ser llamada "puta" y pide que se le
diga "madame". Con razón el candidato demócrata y seguro vencedor,
Andrew Cuomo, sonríe y no dice nada.
Las cosas se complican en Colorado, donde el republicano Cory Gardner
se opone a dos candidatos llamados "Markey". Betsy Markey se opone a
Obama. Ed Markey es pro-Obama. No basta esta distinción. Betsy debe
aclarar que ella usa aretes, pero no usa corbata. Ni aretes ni corbata
le interesan a Tom Tancredo, el feroz candidato a gobernador en
Colorado, cuya agenda incluye bombardear a la ciudad sagrada del
islam, la Meca y deportar a doce millones de trabajadores migrantes.
En Alaska, entre tanto, el candidato del Tea Party, Joe Millar, se
niega a contestar preguntas, se opone a las compensaciones contra
desempleo pero oculta que su esposa las recibe. Manda atar de manos a
un reportero demasiado preguntón y olvida que Alaska depende en un 40
por ciento de la ayuda del Gobierno y que sus yacimientos petroleros
son estatales.
Más cómica es otra candidata del Tea Party, Christine O'Donnell, por
Delaware. Fue "bruja" aunque ahora lo niegue. En un debate televisivo
pidió que no se separasen la Iglesia y el Estado, "como quieren los
socialistas". Cuando se le indicó que la Constitución de los Estados
Unidos separa a la Iglesia del Estado, O'Donnell persistió, incrédula,
en el error antes de hundirse en la confusión.
El Tea Party reúne a los más vociferantes -e ignorantes- opositores de
Obama. Se sabe que se oponen a todo, pero no qué cosas favorecen.
Contra todo, pro nada. Salvo en política exterior, donde el Tea Party
se divide en aislacionistas e intervencionistas. Todos se oponen a las
Naciones Unidas y a la Organización Mundial del Comercio. Y desde el
Congreso, sus miembros electos votarán en asuntos como Iraq,
Afganistán, Rusia, China y el Oriente Medio. A tomar té.
Obama debe congratularse. Las victorias del Tea Party dividirán al
Partido Republicano y apartarán de éste al voto independiente, que es
el que decide las elecciones. En la oposición pura, el Partido
Republicano se ha opuesto a todas las iniciativas del Presidente, con
ánimo rencoroso. Ahora, el Partido Republicano, al menos en la Cámara
de Representantes, tendrá poder pero también división. Ahora, Obama
podrá negociar con los republicanos moderados.
Cuando Thomas Jefferson le explicó a George Washington que colaba el
té para quitarles amargura, el primer presidente de los Estados Unidos
dijo que para eso existía el Congreso: para quitarle amargura a las
iniciativas del Ejecutivo. Sin duda, Obama ha aprendido esta lección.
* * * * *
Nota: escribo desde Los Ángeles y, si pudiese, votar le daría mis
sufragios a Jerry Brown como gobernador y a Barbara Boxer para el
Senado. Como yo, ciudadano mexicano, no puedo votar, insto a mis
compatriotas méxicano-americanos a hacerlo por Brown y Boxer.
Enviado por : gabrielteoria@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario