Publicamos esta interesante visión sobre el mundo de hoy, artículo de H.Bey, enviado por nuestro amigo Ronal Villar (Chumi), escenógrafo, dibujante, poeta. No aparece información sobre el traductor.
Hakim Bey, Peter Lamborn Wilson (n. Nueva York, 1945) escritor, ensayista y poeta estadounidense que se describe a sí mismo como “anarquista ontológico" y sufí. Además de diversos ensayos sobre las tradiciones de las sociedades secretas chinas (Tong), Bey introdujo el concepto de Zonas Temporalmente Autónomas a partir de sus estudios históricos sobre las utopías piratas. Bey también ha escrito sobre figuras como Charles Fourier o Friedrich Nietzsche y sobre las conexiones entre el sufismo y la antigua cultura celta. Los textos de Hakim Bey se caracterizan por tratar de reactualizar formas y conceptos de realidades sociales de diversos lugares del globo en los cuales se expresa una lógica libertaria de relaciones humanas. Asimismo, son constantes las referencias a ideas religiosas no tradicionales que expresan sentidos de autorealizacion en formas libertarias.
1. Jihad
Cuando dos se disponen a cenar o a batirse en duelo, surge un tercero; testigo, profeta, parásito, prófugo: el “tertium quid”... otra opción.
Hace 5 años (1999-2000) todavía era posible aspirar a una tercera opción; un “ni esto, ni lo otro” de negación o astucia, un dominio fuera de la dialéctica cotidiana de la sociedad, un espacio de retirada o protección; la desaparición de poder por propia voluntad. Hoy nos enfrentamos a un sólo mundo; el triunfante “fin de la Historia”, esta especie de Social Darwinismo cibernético donde el dinero se ha decretado a sí mismo ley de la Naturaleza y demanda para sí libertad absoluta.
Completamente espiritualizado y liberado de su cuerpo obsoleto de mera producción, el dinero arriba triunfante a la inmediatez de una atmósfera nóstica y actúa muy por encima del mundo, pretendiendo, por sí solo, definir las conciencias.
El siglo XX terminó. Este es un nuevo milenio donde no hay segundo, no hay oposición, no hay un tercero, un “ni esto ni lo otro”. O nos aceptamos como los “últimos humanos” o nos aceptamos como la oposición; “Auto-monotonía” o Autonomía.
Todas las posiciones deben ser re-consideradas basándose en nuevas demandas estratégicas. Estamos arrinconados, como dirían los ideólogos de antaño nuestra situación es “objetivamente pre-revolucionaria”, una vez más. Al margen de la cotidianeidad y de las zonas temporalmente autónomas, más allá de la insurrección, surge la necesaria revolución; la “jihad”, una guerra santa por nuestra liberación.
2. UniformidadDurante el siglo XX el pensamiento burgués y el anti-burgués proponían un mundo único y no lo lograron. Pero “el poder del dinero en el siglo XXI”, por sí solo, lo podría lograr. El dinero ya no se desplaza de un lugar a otro sino que circula libremente por el mundo, desarrollando un sin fin de operaciones financieras sin una forma definida, una especie de interdimensionalidad inorgánica pero reproductiva, lo que llamo; la sexualidad de las cosas muertas.
Talvez la economía desarrollada por este dinero “fuera de control” ya esté trazada en redes como The Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, SWIFT, una “INTERNET privada” para bancos y casas de cambio donde un trillón de dólares se regodea en el ciberespacio, y menos de un 5% de este dinero está dirigido a la producción efectiva de la humanidad.
Al mundo del siglo XXI se le relaciona con el “caos” pero en realidad nos enfrentamos a una ecuación simple de dos acciones concretas; “uniformidad (formal) y separación”.
Todos y todas estamos siendo conducidos, por medios masivos de comunicación, a actuar de manera similar, unificada (uniformidad), sin embargo cada vez estamos más desunidos, separados (separación). Dentro de este universo sólo existe la vida superficial, la “representación en la pantalla” infinitamente distribuida pero infinitamente sola. La identidad del deseo que no se realiza; siempre quiero pero nunca puedo. La conciencia misma “entra en este sistema de representación” pues la experiencia vivida debe ser negada para que no amenace con constituir otro mundo similar al antiguo, que ya se clausuró o está por clausurarse.
3. Administración de los deseos
El mundo único no puede empacar “el placer”, sólo “su imagen”.
Defino el deseo como “un movimiento que necesariamente impulsa mi interés hacia allí” y no como la picazón que el dinero puede rascar, por eso creemos que la “espiritualidad del placer” no puede ser representada, sin desaparecer, y creemos que sólo es posible en esta sociedad (en esta “economía del regalo”) gracias a las estáticas tradiciones de intercambio de obsequios en promoción (el día de tal o el día de cual, la navidad, los aniversarios etc.).
Los teóricos han desarrollado una problemática del deseo sobre la idea de que “al Capital” le concierne el deseo, y de que éste es capaz de satisfacerlo... por eso “el deseo” se ha convertido en algo egoísta y reaccionario.
Pero lo que le concierne al Capital, justamente, es “no satisfacer el deseo”, sino exaltar “el anhelo... la ansiedad, las ganas, la adicción... la dependencia. Decir que el capital “libera el deseo” (a partir de la felicidad que da el dinero) es un absurdo; el Capital solo se libera a sí mismo para esclavizar el deseo.
Contra la idea cerrada y negativa del “mundo único” y su fingido humanismo, proponemos “autenticidad y creatividad”, una propuesta de la presencia, ser uno o una misma, superar la representación del placer y vivirlo, definitivamente. Liberar la imaginación del imperio de la imagen y de su poder dominante o de dominación. La imagen por sí sola es insípida (como una fruta o una hortaliza bioindustrial), inodora, como esta “sociedad de la seguridad” (o la inseguridad), como esta “cultura de la mera sobrevivencia”.
La nuestra, es una lucha por recuperar los sentidos, las sensaciones y los instintos básicos no manipulados.
Si el deseo está desapareciendo en sus representaciones más básicas, entonces debe ser rescatado. Podemos pensar incluso en un reencantamiento de lo que creemos prohibido, conceptos enterrados por una moral agresora y censurante. Debemos realizar acciones que nos puedan proveer no sólo de un conocimiento sano sino también de contenido imaginal necesario (imaginación).
4. Sombra Verde
El ser salvaje representa la fuerza del Deseo por mantenerse latente.
La eliminación de lo no-humano nos llevaba irremediablemente al siguiente paso; la eliminación de lo humano y aquí radica la profundidad del paganismo. En el Islam, por ejemplo el verde es un color heráldico por el follaje, la vegetación, el agua... elementos que tienen el privilegio ontológico de la experiencia, y no sólo se representa en la “Naturaleza Salvaje” sino incluso en el jardín o en el color de las paredes de los edificios de la ciudad, como una manera de cristalizar el deseo. Quizá a todo lo “verdaderamente” salvaje se lo ha hecho desaparecer en un intento por administrar los deseos, pero creemos que este planeta aún puede ser reclamado y puede ser restaurado.
Si la Naturaleza está siendo des-naturalizada y si “todo” está mediado (incluso la “percepción sensorial directa”), ¿cómo es que podemos hablar de restauración o de “inmediatez”?
En primer lugar debemos tener muy claro que no todo ha “entrado en la representación”. La afirmación del mundo único es, por supuesto, fraudulenta o corrupta, y existe por definición el opuesto; un “afuera” libre, para cualquier límite que trate de imponer el mundo de la representación, sin dejar de mencionar las áreas de ambigüedad existentes entre fronteras.
La unicidad se representa a sí misma como invulnerable pero su debilidad se revela justamente en el momento que nos damos cuenta de su falta de naturalidad, y de su falta de “experiencia vivida”, entonces se muestra en desunión, vacío, aburrimiento, empobrecimiento, superficialidad, y es en este preciso momento, donde tenemos que “correr el velo” que nos permita ver un futuro mejor o al menos, nuestro deseo por el futuro.
En segundo lugar, hablamos aquí de restauración porque debemos pensar que ninguna representación debe ser considerada como efectiva para servir a la represión. La vida natural conspira día a día con estos intentos de superficialidad, tanto es así que un día de estos, la representación finalmente escapará a la representación.
5. Dinero
El verde también simboliza la maldita fertilidad del dinero, su fecundidad contranatural, la alquimia de la expropiación, el peso infinito del acecho privilegiado. Desde el principio, desde las primeras fichas de arcilla o monedas de electrum, el dinero no ha sido más que deuda y ausencia.
El dinero “en sí mismo” parece inocente en su función de simple mediador de intercambio, incluso puede jugar un rol benéfico, no obstante, el dinero continúa siendo y debe ser considerado bajo el signo del Capital como la medida de la expropiación y el punto común de toda separación. En cuanto el dinero trasciende su definición de intercambio, el interés es extraído de cada transacción, de manera que el “dinero pobre” (extraído de la producción humana) le abre camino al dinero “puro” en su estratosfera privilegiada... ¿quién se beneficia?
La maquinaria global nunca cederá su poder a las masas insurgentes. No habrá transición, suave o agitada, entre el Capitalismo y alguna utopía económica o alguna milagrosa salvación de la conciencia unificada. El “dinero-poder” (como los antiguos agrarios lo llamaban) no está en el poder de una elite, más bien la elite está bajo el poder del dinero.
El dinero-poder es una maquinaria global y sólo puede ser desmantelada, no heredada.
Nos preguntamos; ¿habrá algún tipo de límite, de manera que la burbuja estalle “por si misma”, y ya? ¿se dirigirá el capitalismo hacia su última recapitulación y su crisis final, para acabar con todas las crisis de una vez por todas o encontrará una manera de lidiar con ellas? - ¡No Cambie de Canal!
El Capitalismo parece volverse “inevitable” con la invención de la escasez, que es la primera expropiación.
La agricultura es una extensa crisis alargada en la historia de la humanidad, pero muchas sociedades tribales-horticulturales lograron mantenerse acérrimamente no-autoritarias y en los antiguos estados jerárquicos (Sumeria, Egipto, la China Shang, etc.) e incluso el feudalismo todavía se conservaron economías de reciprocidad y redistribución. El Mercado como tal, hablando de Economía Clásica, aparece mucho después.
Creemos que el capitalismo existe pero no está sólo; la revolución es su otro yo y viceversa, y cualquier momento es bueno (o nunca habrá un momento correcto) para declararse en estado de rebelión.
Siendo un hereje perenne, he tomado mis opciones. Como en una encarnación previa en algún mítico tiempo fuera del tiempo, como si todo se pensara a sí mismo (con nosotros o sin nosotros) y como si la negación fuera un tipo de pre-muerte tibia, pienso que no hay un retorno a la inocencia, o un regreso a la “Caída del Imperio Romano” o al Neolítico temprano, ya los primeros surgimientos de la separación, en las formas del dinero y el Estado, han llegado a la cima y en definitiva no importa si ésta es la crisis o no, yo elegiré.
6. Asalto a la pantallaLos medios de la uniformidad y la separación representan al mundo único en su forma más religiosa; la estructuración de lo social en imágenes. La mera conciencia de este proceso no puede superarlo, entonces la oposición debe tomar también esa forma religiosa en un reencantamiento de la contra-imaginería; aquí uno podría hablar de un racionalismo de lo maravilloso. La única vía para evadir la mera reacción parecería estar en la “sacralización” de nuestra lucha contra la uniformidad y la separación pero sólo el fracaso podría inducirnos a aceptar el término “Romanticismo” como crítica o elogio a esta propuesta.
Hace cinco años los medios de la uniformidad y la separación lograron casi la misma libertad y autonomía que el propio dinero como medio. Así, cambiaron su énfasis desde la mera supresión hacia la realización y al amalgamiento rompe-fronteras “interdisciplinario” de todos los modos de representación. Desde la educación hasta la publicidad en una singular catástrofe “polisémica” de la forma. El cuerpo desplomado ante la pantalla, toda la corporalidad reducida a una oscuridad puesta en forma sólo por la luz de un reino de trascendencia donde los cuerpos son exiliados: la pantalla, el cielo de cristal. El “espejo de la producción” ha sido sobreseído por una transparencia completa, el vértigo del terror. La tierra, el trabajo, la naturaleza, yo, la vida misma e incluso la muerte, pueden ser consideradas como la base de cualquier intercambio; todo es el dinero.
Estas generalizaciones no conciernen a la realidad, sino a la ideología del Capital global, la ideología de la estafa “post-ideológica”, los pronunciamientos intoxicados de la “economía de la información”, la charada de la “desregulación” y ¿cómo podemos hablar de revolución cuando el Capital ha roto todas las reglas?
En realidad, el Capital no ha trascendido realmente la producción sino que la ha reubicado en lugares cerca de los cementerios y los vertederos de deshechos, el Capital quiere éxtasis, anhela la pureza, la descorporización.
La mediación extática finalmente bloqueará la expresión desde su raíz, como si nos pusieran una prótesis biotecnológica, indiferenciación entre cuerpo y pantalla.
En este sentido, la “jihad mayor” está dirigida contra lo separado mismo, contra la sofocación del yo verdadero que debe expresar su significado profundo pero la “jihad menor”, no es menos vital ni está menos imbuida de baraka, es el asalto a la pantalla, tomar la pantalla como un territorio liberado, hacerla nuestra y replantear su propósito; que no sea ella quien nos manipule.
7. La moralidad de la violencia
Cualquier reaparición de la moralidad surgirá de las ruinas de la ortodoxia y tarde o temprano la jihad conducirá de nuevo a la sharia, la ley preescrita... pero la sharia también significa “el sendero”, la vía, el “camino abierto” del que deambula sin propósitos. Los nuevos valores emergen de la imaginación y el movimiento; “donde los dioses se han detenido”
En este sentido, el atentado no es inmoral sino inaceptable. El mensaje del “terrorismo” es que ahí no hay un aquí sino solo vacío y angustia; la “responsabilidad limitada” como un principio cósmico. Podríamos considerar una moralidad “imaginal” de violencia contra las ideas y las instituciones que nos reprimen pero el lenguaje no encontraría términos para referirse a ella y al final, condenaría a la militancia a una indistinción de enfoque, incluso a un déficit atencional.
En todo caso no hablamos un cambio radical del “estado espiritual”, sino de una efectiva auto-reestructuración del conocimiento, no hablamos de un estado propiamente dicho sino a una “estación”, en términos Sufí.
8. Fin de Siecle
No quedó futuro para el concepto utopía. Ninguna opción real está involucrada. La presencia, el estar, sigue siendo impuro y sólo la ausencia parece asumir la cristalina forma de la eternidad perfecta.
Pero creemos que La Diferencia, como identidad de la persona, puede constituir un modo de expresión y una forma de voluntad. Existe un tao de este proceso, un ordenamiento espontáneo, más que un acecho moral. La Diferencia, como expresión, es parte de la cultura, pertenece a ella y tiene una amplia resonancia en la “Naturaleza” por tanto, es capaz de cambiar el mundo como consenso. Aquí, como hemos percibido en cientos de sistemas políticos, la mera conciencia importa poco y por eso surge un énfasis en los estados no-ordinarios.
El auto-encierro al que nos inducen, niega el hecho de que el placer es una expansión de la mente y de que la reciprocidad es crecimiento y no depredación. Si la revuelta, como expresión, se opone a la uniformidad y la separación simultáneamente constituye, por definición, un movimiento hacia la diferencia y la presencia, y sobre todo, hacia la “comunicatividad”... algo que no es mera “comunicación” ni “comunión”, ni un término que implica autoritarismo sino más bien una conectividad convivencial, un eros de lo social, una sensibilización de nuestras acciones y nuestras relación con el resto del planeta y con nosotros mismos.
9. La revuelta del Islam
Federalismo proudhoniano basado en particularidades no-hegemónicas, en una mutualidad “nomadológica” o rizomática de solidaridades sinergísticas: ésta es nuestra estructura revolucionaria... ¡la aridez de los términos sugiere la necesidad de una infusión de vida en el plano teórico!
Pero pensemos que la ideología actual experimentará mareos al notar las revolucionarias implicaciones de una religión, o de esta forma de vida opuesta desde sus inicios a la monocultura de la uniformidad y la separación. La vida contemporánea palidece ante la idea de la vulnerabilidad y la porosidad que implica el ser Solidario/a.
¿Por qué tomar al Islam como ejemplo? Porque ni la hiperortodoxia ha podido reducirlo tan fácilmente a una mera ideología hegemonística/universalística, como para excluir de sí formas divergentes de la “política sagrada” como las llevadas a cabo por el Sufismo (por ejemplo los Naqsbandis), el Shiismo radical (Ali Shariati), el Ismaelismo, el Humanismo Islámico, la “Vía Verde” del Coronel Qadafi (parte neo-Sufismo/parte anarco-sindicalismo) e incluso el Islam cosmopolita de Bosnia; mencionamos estos elementos no para condonarlos, sino para llamar la atención de que el Islam no es un monolito de “fundamentalismo”.
Tradiciones de tolerancia, voluntarismo, igualitarismo, preocupación por la justicia social, crítica de la “usura”, utopismo místico etc., forman una constelación de nueva propaganda dentro del Islam, opuestas al colonialismo cognitivo del capitalismo, orientadas a las “libertades empíricas” más que a la ideología. Críticas incluso de la represión en el Islam pero comprometidas con su creatividad, reticencia, interioridad, militancia y estilo.
La preocupación del Islam por la contaminación de la imaginación, que se manifiesta en un velamiento literal de la imagen, constituye un poderoso y estratégico darse cuenta, pues aquello que está velado no está ausente pues el velo es un signo de su presencia; es su realidad imaginal, su poder. Aquello que está velado es lo aún no-visto.
10. Volkways
Las sociedades tribales, abandonadas a sus propios dispositivos, libran guerras de una manera no tan hegemonística.
Estas guerrillas horizontales, como otras costumbres “primitivas”, luchan contra del “El Estado” y su verticalismo, y utilizan la violencia como una forma de resistencia contra la separación que siempre es percibida por la tribu como una posibilidad peligrosa o “demoníaca”, la utilizan como una forma de redistribución del poder, y se supone que la jihad se hace con el propósito de evitar la vuelta a estas formas de violencia, mas bien como una realización dialéctica de su contenido reprimido.
Gustav Landauer deja claro que en este tipo de agrupaciones da lo mismo ser considerados horizontal como verticalmente, pues no existen necesariamente categorizaciones sino como volk, pueblo, “nación” en el sentido Nativo-americano del término. Este concepto ha sido saqueado e irrespetado por la vil reacción, y distorsionado en la forma de un hegemonismo del peor tipo, pero debe ser rescatado. Necesitamos re-leer a Proudhon, Marx, Nietzsche, Landauer, Fourier, Benjamin, Bakhtin, la IWW etc., de la forma en que el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional re-lee a Zapata!
Landauer también señaló que el Estado es en parte una relación interior y no un absoluto. En la medida en que el poder se muda desde el mapa nacional al “puro” Capital, el Estado exterior se vuelve cada vez más irrelevante como un foco de oposición.
La “neutralidad” tampoco es una opción: o se es parte del mundo único o de la oposición. Y en este caso, si la zona de oposición coincide con ciertas entidades políticas, entonces puede ser que la revolución tenga que considerar alianzas políticas.
La jihad mayor es contra la relación interna del poder; pero la jihad menor, es contra la relación externa, y cambia de forma constantemente. Todo parte de la percepción de que, autonomía y federación, no son dos fuerzas opuestas sino complementarias e incluso cómplices; y si esto les parece una paradoja entonces es una paradoja que debe ser vivida.
A la limpieza étnica y al chauvinismo violento hay que oponerse desde el punto de vista del federalismo y la solidaridad, porque el hegemonismo de tal reacción reproduce el hegemonismo y la crueldad del mundo único, e incluso lo argumenta. En este sentido “la Diferencia Auténtica” (no-hegemónica) debe ser defendida porque no puede, o “no debe”, ser opacada por la conciencia capitalista.
La autonomía sin federalismo es, en el mejor de los casos improbable y en el peor de los casos reaccionaria, pero un federalismo sin autonomía simplemente es una amenaza para el único valor que une a la jihad; la auto-determinación, la “libertad empírica”, lo que yo mismo decido.
Para la unidad estratégica, la complejidad no es una estética sino una necesidad, una zona de resistencia cognitiva, un reino de ambigüedad donde el levantamiento debe encontrar su economía, sus centros, su propia y particular identidad.
Toda “nación”, ya sea tradicional o auto-formada, y todo grupo que se mueva horizontalmente dentro o a través de este concepto (consejos, comités, sindicatos, festivales), toda “individualidad soberana”, puede considerar la federación sobre la base de un frente anti-hegemónico ad-hoc contra la totalidad auto-proclamada de la uniformidad y la separación, y a favor de un mundo de diferencia y presencia.
La fuerza de la presencia y la solidaridad emerge de la realidad de “clase”. Aunque si adoptamos ese término debemos considerar los realineamientos y las mutaciones de sentido que lo han desempacado y ensamblado como algo nuevo, que lo han despojado de sus atavíos decimonónicos, de su idea de mundo único y su estética monocultural, su cientificismo, sus desencantamientos y su fatalidad. No es sólo cuestión de “proletarizar las zonas”, sino de la destrucción ininterrumpida y “natural” de la conciencia autónoma y aquí la conciencia si importa; aquí la Conciencia es fundamental.
11. Salvación revolucionaria
El “mundo a ser salvado” por la jihad no consiste sólo en aquella Naturaleza que no puede sufrir un cierre final sin la fatal enajenación de la conciencia de toda “intimidad original”, sino también en el espacio de la cultura, del devenir auténtico: Tierra y Libertad.
La agricultura puede ser considerada como la Caída Trágica desde la economía natural (recolección, caza, reciprocidad) e incluso como un cambio catastrófico en el conocimiento humano, pero sostener la idea de su abolición involucra un pensamiento biofóbico parecido al suicidio.
Hemos creado la moralidad de la substrucción, y la semilla de la nueva sociedad se está formando dentro de la cáscara de la anterior... lo que sea que el mundo único busque destruir o denigrar empieza a tomar una forma orgánica. La “Civilización” podría ser considerada como una “buena idea” si pudiera ser liberada de su propio determinismo predatorio. Así, a pesar de todo, a pesar de las titánicas depredaciones de la inteligencia hechas por el capitalismo, el “mundo a ser salvado” a veces difiere muy poco de “este” mundo pero es enteramente desde esta grieta que nuestra oposición emerge. El milenio es siempre el abrirse de un momento presente y el fin de un mundo.
12. El Imam oculto
Cuando la opresión toma la forma simultánea y paradójica de la uniformidad y la separación, la resistencia propone la diferenciación y la presencia; una paradoja revolucionaria. La segmentaria sociedad rizomática de la identidad podría ser contemplada desde cualquier ángulo, vertical u horizontal, diacrónico o sincrónico, étnico o estético, dentro del marco del único principio revolucionario anti-hegemónico: la presencia.
Nuestro presente estado de desatención sólo puede compararse con un pecado medieval como la pereza espiritual o el olvido existencial; nuestro primer placer será imaginar para nosotros una propaganda tan potente como la “Llamada” gnóstica, una estética del arrepentimiento y la conversión o de la “auto-superación”.
El Capitalismo sigue siendo, después de todo, mayormente vulnerable en el dominio de la “magia”, la manipulación de las imágenes para controlar eventos es una hermética “acción a distancia”. Pensamos que la mera retirada estética, la desaparición como voluntad de poder no puede suministrar suficiente calor para empollar el huevo. Todo lo que alguna vez fue tertium quid está ahora comprometido con la capitulación o con la oposición, como levantamiento contra la administración del deseo y la imaginación dentro de la clausura del mundo único.
En una situación pre-revolucionaria la ventaja táctica de la clandestinidad, de lo no-visto, el lenguaje del corazón; le devuelve a la estética su centralidad revolucionaria. El arte de lo no-visto escapa a la absorción en el “discurso de la totalidad” basado en la imagen y así, sin formas posibles, todavía perdura la promesa milenaria del arte, la transformación del mundo.
El término “arte” se utiliza en dos sentidos: el primero refiere el dilema del artista per se y el problema de la “vanguardia”, el sentido objetual, pero el segundo apunta a disolver toda separatividad del arte en una práctica que es “normal” y que se parece al dominio de la experiencia vivida. Lo ordinario y lo extraordinario ya no se oponen, están incluso en complicidad, y es en este sentido que las culturas tradicionales no vieron distinción alguna entre vida y arte. Si fuéramos a hablar de “arte político”, sólo podría ser en el sentido de una investigación del hecho de que para nosotros el Capital se define a sí mismo en el contexto de una división entre estas cosas que “no pueden” estar separadas. Pero este es un problema para cada “trabajador”, y no sólo para el “trabajador cultural”, en este sentido, el arte comienza a aproximarse a un área de identidad con la “acción revolucionaria”.
13. Llamada y Respuesta
Hace menos de una década todavía era posible pensar al “enemigo” como la Máquina de Trabajo Planetaria por lo tanto pensábamos la resistencia bajo la rúbrica de la retirada o incluso del escape. Ningún gran velo misterioso nos separaba de nuestra voluntad de imaginar otras formas de producción, lúdicas y autónomas, u otras formas de representación, auténticas y placenteras. La meta obvia era formar o sostener núcleos alternativos basados en la implementación de tales formas, desplegando la resistencia como una táctica en defensa de estas zonas. En el Aikido no existe ofensa en la retirada, uno simplemente se retira de la fuerza de un ataque, con lo cual la fuerza del atacante se vuelve contra sí y se vence a sí misma. El Capitalismo perdió de hecho algo de terreno ante estas tácticas, en parte porque era susceptible a las estrategias de una “tercera fuerza”, y en parte porque, en tanto ideología, permaneció incapaz de lidiar con sus propias contradicciones internas; un ejemplo claro es “la democracia”
Ahora la situación ha cambiado. El capitalismo está libre de su propio blindaje ideológico y ya no necesita conceder espacio a ninguna “tercera fuerza”. Aunque el fundador del Aikido podía eludir balas, nadie puede hacerse a un lado del ataque violento de un poder que ocupa toda la extensión del espacio táctico. El escapismo es posible para el “tercer invitado” pero no para el único oponente. El capitalismo está en la libertad de declarar la guerra y tratar directamente como enemigos a todas las anteriores “alternativas”, incluyendo la “democracia”. En este sentido no nos hemos escogido como oposición: hemos sido escogidos.
En Kendo, por otra parte, se dice que la mejor defensa es un buen ataque, por lo que desde el punto de vista del aikido, el atacante tiene la desventaja, entonces; ¿qué hacer? ¿cuándo, atacados, golpear primero?
Nuestras “alternativas” ya no son meras opciones interesantes, sino posiciones estratégicas de vida o muerte. No obstante, la revolución no es un combate de kendo, ni una moraleja y parece que nuestras tácticas se definirán no tanto por la historia sino por nuestra determinación a permanecer en ella. No por “supervivencia” sino por persistencia.
La cuestión de “¿Qué es lo que se debe hacer?” hay que darla por sentada ahora, por dos razones:
primero porque ya existen miles de organizaciones trabajando en la superficie por fines revolucionarios de facto o al menos por buenas causas pero no hay mito organizador, no hay propaganda, no hay “conciencia revolucionaria” transformativa capaz de trascender la separación como institucionalización reformista y esclerosis ideológica.
Segundo porque la mayor parte del “ilegalismo” está frustrantemente condenado a la contraproductividad y la recuperación; no hay conciencia o más bien, no hay transformación positiva. En tal situación, ninguna unión parece posible, y la jihad se enfrenta principalmente a la necesidad de comprender y articular su propia historicidad. Hablar ahora de una “situación pre-revolucionaria” implica la ironía que tales términos deben invocar inevitablemente, la historia como una “pesadilla”; ¿Qué signos se han presentado, y sobre qué horizonte?
Aquí debiera recordarse que la “propaganda” pretendía originalmente incluir “buenos trabajos”; las zonas temporalmente autónomas retienen su valor no sólo por ella misma, sino en tanto historización de la experiencia vivida, quizás incluso un modo de propaganda-en-acción. El levantamiento podría entonces ser visto como la propuesta de una “zona permanentemente autónoma”; y la coalición de muchos grupos, la formación de redes orgánicas de comunicación, constituiría la forma del “milenio”. Aquí incluso la “retirada” podría tener un valor como táctica en la medida en que fuera coordinada y practicada militantemente a escala masiva; una especie de “paz revolucionaria”.
La mera expresión de un esquema como éste revela de una vez cuán distantes estamos de cualquier realización. Mientras que quisiéramos darnos el gusto de una cruda afición existencialista por la “acción”, o por lo menos por algún tipo de “anti-pesimismo”, cualquier discusión sobre tácticas reales en este punto bien podría resultar fatalmente o absurdamente prematura. Además, “¿Qué debería hacer?” es la más mediada de todas las preguntas: la pregunta que garantiza la imposibilidad todas las respuestas.
Tal es nuestra complejidad que nos ha tomado cinco años comprender esto. Todo lo que alguna vez fue una “tercera vía” debe ser re-pensado a la luz de este sólo hecho: un mundo nos enfrenta, no dos.
Si la resistencia ha colapsado en una reñida nostalgia, si la malicia de la izquierda y el particularismo fascista retienen un encanto, etc. es porque hemos fracasado en articular este hecho singular, incluso para nosotros mismos: al proclamarse a sí mismo como absoluto, el Capitalismo ha hecho volver a la vida a su antiguo némesis, su contrario (tan desacreditado por el siglo XX, tan muerto, tan apagado), lo ha invocado en una encarnación completamente nueva, como la defensa desesperada de todo lo que no puede ser encerrado; ha invocado a la revolución, a la jihad, una guerra santa que nos permita retomar la conciencia y la unidad con el resto del planeta.