Por tanto, no deben ser tratados como tales. El bienestar
social y la defensa de la cultura popular ha de estar por encima de cualquier ley.
social y la defensa de la cultura popular ha de estar por encima de cualquier ley.
Se ha desarrollado toda una cultura en las costas caribeñas,
cultura y modo de convivencia social que no han sido tomadas en cuenta por la
arbitraria legislación que ahora les quiere condenar al desalojo.
La "solución" de doña Laura fue dictar una
moratoria para dejarle el problema al próximo gobierno, es decir, como en tantas
otras cosas, postergar, no enfrentar, pero el desalojo sigue siendo
una amenaza latente y esa amenaza ignora que no se trata de demoler y sacarle a
la calle los bienes muebles a esos pobladores y ya, sino que con ello se crea
un grave problema social, laboral y la destrucción de un modo de vida con una
cultura rica y particular.
Igual que se ha dictado una ley para proteger la vida de los
animales que tienen siglos de vivir en los bosques y a quienes hemos ido
desplazando y reduciéndole su hábitat, habría que considerar en las decisiones
que se tomen a futuro en cuanto a la ZMT, que hay allí toda una comunidad que
tiene más de un siglo de existencia y que ha construido sus hogares, sus
pequeños o medianos negocios, que en muchos casos dependen de la pesca
artesanal y de variados servicios al turismo y que tienen el derecho a
permanecer en su tierra costera, a la que han dedicado la vida varias
generaciones.
Los habitantes de estas zonas, no son precaristas. Eso deben
tenerlo claro los legisladores.
¿Qué ocurre? Una vez desalojados los pobladores, lanzados a
la calle que piensan hacer son la ZMT?
Nosotros sospechamos que se concesionará a transnacionales
hoteleras para convertir, por ejemplo, Cocles, Puerto Viejo y Cahuita en
réplicas de Jacó y Playas del Coco, con casinos y burdeles al gusto de los
estadounidenses.
Porque ahora, el turismo es europeo y ellos, a diferencia de
los gringos, si han transitado por la cultura.
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