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lunes, 28 de febrero de 2011

Si el imperio usa la violencia, es prevención; si la utilizan los otros, es terrorismo.

La ideología burguesa basa su filosofía en oposiciones – siguiendo los pasos de la religión judeo/cristiana-. De ahí que frente al Bien (el imperio) siempre hemos de tener el Mal. Lucifer ha de estar personificado, ya que nos sentimos herederos de Yavhé, ¡somos el pueblo elegido!, y portamos la antorcha de la verdad y la salvación. Después de esta tesis queda que sólo los buenos podemos prevenir y por consiguiente utilizar la violencia. Cuando la utilizan los demás es terrorismo. Buen fetiche para una moral que se impone.

“La peor violencia es la pobreza” afirman los teólogos de la liberación. No les falta la razón. La pobreza no se elige y, como bien dice G. Labica,“los damnificados de la tierra no sufren ninguna patología mental, sino el peso de las cadenas de las que esperan desembarazarse, y al mismo tiempo de la servidumbre voluntaria a la que han sido reducidos”.

La clase dominante no distingue entre violencia y resistencia. La rebelión de los excluidos de la banlieu parisina y de las grandes ciudades de Francia exige violencia frente a la violencia de los que detentan el poder y los medios de producción y, al mismo tiempo, la resistencia a la pérdida de las conquistas sociales de aquella generación de emigrantes que ayudaron en la postguerra. Lo mismo ocurre con los niños de la Intimada ante la violencia sionista. Es la resistencia del excluido y la lucha por el reconocimiento.

Desde el 11 de Setiembre, la clase dominante ha dado un“giro transcendental” en su concepción de la violencia. El enemigo ya no es real, deviene invisible. El terrorista islámico es lo no- visible que se une a lo perverso. El Otro, el musulmán es la negatividad radical, es lo vacío frente al plenum cristiano y la apropiación del Otro no es más que el exterminio de su faz. Ese Otro es irreductible a nuestros valores cristianos. Por tanto es convertido en un bárbaro, en un no-ser.

Ya en el 2000 Alan Woods y Ted Grant avisaron de que “el surgimiento del imperialismo americano como una superpotencia es un hecho sin precedentes en la historia. EE.UU. se ha convertido en la mayor fuerza contrarrevolucionaria jamás vista antes, dispuesta a utilizar cualquier medio a su alcance para derribar gobiernos que no les sean afines”. La supremacía americana primero se fraguó en casa con el crecimiento de las desigualdades ya que está basada en “la explotación creciente de la mano de obra” [Claude Sefarti]. Se ha acrecentado la precariedad en el trabajo y la aparición y desarrollo de los "working poros", asalariados que necesitan trabajar en más de un empleo para sobrevivir.

Por otra parte el imperialismo americano ha producido una gran transformación que puso en marcha el neoliberalismo. Este ha llevado a : a) el traslado de la producción al extranjero (lo que se conoce como deslocalización) y que a su vez ha producido una deslocalización interna; b) la creación o el aumento de zonas de intercambio, que supone la conquista de nuevos mercados; c) el empleo selectivo y regulado de la emigración.

El capitalismo para llevar a término dicho objetivo ha tenido que ejercer la violencia, ¡y de qué manera!

Podríamos usar la terminología de Rosa Luxemburgo y hablar de militarismo. Si nos remitimos a su libro La acumulación del capital leemos el siguiente párrafo: “El militarismo tiene una función determinada en la historia del capital. Acompaña a todas las fases históricas de la acumulación. En lo que se denomina el período de “acumulación primitiva”, es decir al comienzo del capitalismo europeo, el militarismo juega un papel determinante en la conquista del Nuevo Mundo y de los países productores de especies, las Indias: más tarde, sirve para conquistar las colonias modernas y para destruir las organizaciones sociales primitivas y para apropiarse de sus medios de producción, para introducir por la coacción los cambios comerciales en los países cuya estructura se opone a la economía mercantil, para transformar la fuerza de los indígenas en proletarios y para instaurar el trabajo asalariado en las colonias. Ayuda a crear y a ampliar las esferas de intereses del capital europeo en los territorios europeos, a sacar las concesiones de ferrocarriles en los países atrasados y a hacer respetar los derechos del capital europeo en los préstamos internacionales. En fin, el militarismo es un arma en la competencia de los países capitalistas, en lucha por el reparto de los territorios de civilización no capitalista”.

La hegemonía del imperialismo norteamericano está llevando a cabo una acumulación primitiva (contemporánea). Desde la derrota del estalinismo y por consiguiente desde la caída de los países del Este, el imperialismo tanto norteamericano como europeo se enfrascaron en la lucha por los nuevos mercados y por lo que significaba la ingente masa de proletariado que podía engrosar la filas de la inmigración. El imperialismo se ha basado para conseguir esto en la Banca Mundial y en el FMI, instituciones que han impuesto programas de ajuste que ha permitido la apropiación de la propiedad estatal de muchos países.

El imperialismo ha necesitado de la violencia y de la guerra, realizando el mayor despliegue de fuerza que se conoce, sustituye el honor y la justicia por el fundamentalismo. Es la civilización frente a la barbarie ( en este caso musulmán); el musulmán es el terrorista que no respeta la civilización.

La expresión más pura de la violencia es la guerra y más grande de todas es por la Fe. Pero el fetiche religioso se derrumba en cuanto profundicemos un poco: solo queda el pillaje y la explotación.

Extracto de un artículo de Javier Méndez: http://www.kaosenlared.net/

2 comentarios:

  1. Estimado Roncahuita: te pego aquí el poema que publiqué hace unos días. Concordamos en todo: has hecho un gran análisis de esta bizarra realidad humana.

    DE COSTA RICA "Y OTROS DEMONIOS"

    Estas pesadillas en que la tasa
    de cosas negras se cuadriplican,
    hidra china invadiendo
    los flacos caminos de mi Patria,
    botas militares del Tío Sam
    pisoteando nuestros bosques,
    mancillando los cuerpos de mujeres y niños;
    hidra china que mi espíritu verdugo
    nunca llega a decapitar;
    botas imposibles de tumbar
    porque a fuerza de títeres
    van Caín y Caín
    y su “dictadura en democracia”
    gobernando mi pequeña república
    que nos prestaron los gringos
    desde que plantaron bananas
    y solo por eso tendieron las líneas del tren
    para llevarlas a los puertos
    del litoral pacífico y atlántico (sus puertos)
    y por barco a la capital de su imperio:
    fruta de alta calidad para vitaminar su sangre
    y huesos impávidos
    (el resto del producto malogrado
    sacia el hambre de los cerdos
    y el pueblo desnutrido.
    Y de vuelta agroquímicos de experimento;
    siniestras drogas con la bienhechora
    etiqueta de “medicinas”,
    y clandestinas “vacunas”
    a la nación que para ellos
    es desde siempre solo de conejillos de indias.
    Por eso en Tiquicia el cáncer es un amor,
    el amor por nuestros muertos cancerosos
    que podrían tenderse uno a uno
    cabeza con pies y cruzar El Charco
    y llegar cómodamente
    hasta las mismas puertas
    de Auschwitz-Birkenau;
    Bergen-Belsen, Treblinka, Dachau...
    para coleccionar, en esos museos
    de fatídicas memorias, el nuevo estilo
    de fabricar holocaustos
    silenciosos y sin castigo).

    Estas pesadillas en que la tasa
    de cosas negras se cuadriplican
    y la bota del Tío Sam es lustrada
    con el Pabellón Nacional por Caín y Caín;
    la misma bota que aplasta a nuestros hijos,
    mujeres y sueños, también se limpia
    con sus lenguas apátridas neoliberales
    y cae en sus largos bolsillos oligarcas
    el usual dólar de propina,
    el abundante yuan de propina
    porque el Estadio “Nacional” es tan chino
    como la propia Muralla,
    y el chino no regala
    un caramelo por amor:
    a cambio mi frágil país ecológico
    abierto a toda suerte de chucherías,
    “alimentos”, “medicinas”…
    tan nefastas como esta casta política
    de viles mercaderes subastando a la Patria
    y empeñando el porvenir de sus hijos
    a seguir esclavos labriegos y sencillos.

    Estas pesadillas en que la tasa
    de cosas negras se cuadriplican,
    hidra china que mi espíritu verdugo
    nunca llega a decapitar,
    botas imposibles de tumbar…

    ***
    Del texto inédito: ©"Náralit: poemas y antipoemas". © "De Costa Rica y otros demonios". Febrero 2011.

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  2. Gracias mi buen amigo. Lo volví a leer. Tiene la virtud de poner la denuncia política en términos poéticos, algo que muchos no podemos hacer.

    Solo, aparte de usted, recuerdo a B.Brecth (Sus poemas y su teatro) y al tico Arturo Montero.

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