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viernes, 8 de marzo de 2013

Chávez: la muerte parece haberle dado raudales de vida.



Y los venezolanos en Miami, más vale que se acostumbren -igual que los cubanos de hace cincuenta años- a esperar un "milagro" que nunca llegará.

Chávez- si existe un más allá- debe estar celebrando la abundancia de vida que le dio la muerte y escuchando a los venezolanos más humildes decir:  "los que mueren por la vida, no pueden considerarse muertos". Y ha de estar feliz porque, su muerte, en vez de acabar con la revolución, parece más bien consolidarla.

En vida del presidente venezolano, la prensa conservadora, dueña de los principales medios atacó, difamó, despreció, acusó de todo lo que pudo a Hugo Chávez Frías.

Solo algunos medios digitales informaban de vez en cuando algunos logros suyos y quienes nos dedicábamos a investigar especialmente indicadores sociales de organismo internacionales, nos enterábamos de los avances de un gobernante que había decidido que la riqueza petrolera de su país, era del pueblo y debía beneficiar al pueblo.

Como suele ocurrir en estos casos, muchos ricos salieron perjudicados al ver reducidas la oportunidades de seguir atesorando, guardando, gastando a manos llenas una riqueza que no les pertenecía solo a ellos. Esos, o muchos de ellos, se fueron con sus tesoros a Miami a esperar, como los millonarios cubanos de hace cincuenta años, la caída de otro que vino a practicar equidad, igualdad, justicia social y a invertir en desarrollo del país, los recursos que una potencia se llevaba a cambio de propinas fabulosas solo para los serviles criollos y de migajas para una mayoría empobrecida.

La muerte de Chávez, lamentable, claro, también ha sido prodigiosa, no por las ilusiones efímeras por las que celebran su partida sus enemigos, deslumbrados por el espejismo de recuperar sus privilegios, sino porque ha dejado al descubierto su extraordinario legado en beneficio del país y de su pueblo y en unos pocos días se ha convertido en un ícono, en una figura cuyas dimensiones históricas parecen alcanzar niveles comparables con los grandes héroes latinoamericanos por luchas independentistas semejantes.
La muerte de Chávez, en vez de disminuirlo le ha dado una dimensión justa y el pueblo reconoce su grandeza en calles, plazas, parques, barrios humildes y al mundo entero-incluyendo a la prensa burguesa- no le ha quedado más que reconocerla.

Las grandes figuras y líderes mundiales han admitido que tienen en América a una extraordinaria figura patriótica, que comprometió su vida por una causa independentista, de unidad latinoamericana y de verdadera justicia social y sus enemigos, tendrán que admitir, muy a su pesar, que en vez de aniquilarlo con su odio implacable, han terminado por contribuir a su grandeza como líder histórico mundial y que su muerte le ha prodigado vida, mucha vida, convirtiéndolo en un referente imposible de ignorar en la lucha por  la defensa de los desheredados y los oprimidos de su país y del mundo.

Chávez- si existe un más allá- debe estar celebrando la abundancia de vida que le dio la muerte y escuchando a los venezolanos humildes que dicen "los que mueren por la vida, no pueden considerarse muertos". Y ha de estar feliz porque, esa muerte, en vez de acabar con la revolución, más bien la consolida.

Roberto, Eduardo, compañeros y compañeras.

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