Leyendo el intercambio de ideas entre nuestro compañero Roberto y el amigo José Miguel Villalobos, en "feisbuc", así como los aportes de otros compañeros, he encontrado que hay dos posiciones.
Roberto, igual que el resto del grupo, se ha atrincherado en la exigencia de la moral en el ejercicio de la función pública, reclamando probidad, honestidad y lealtad especialmente a aquellos ciudadanos en quienes en algún momento el pueblo puso, mediante el voto, la confianza en ellos, en que les iba a defender, que iba a buscar soluciones efectivas en pos de su bienestar, del progreso social y moral de nuestra sociedad.
Desde esa trinchera, es lógico que surja hoy el dolor, la frustración, la indignación ante el engaño, es natural que salga a flote el reclamo por la traición ante el gobernante señalado de haber usado el poder conferido por el pueblo, para su beneficio personal en vez de respetar su juramento ante la patria y ante Dios, como se hace en nuestro país.
Que exista un sistema jurídico hecho por la cúpula gobernante, confeccionado con leyes no siempre justas, un sistema judicial a su medida y necesidades que permita que se deje sin castigo un oprobioso caso de deslealtad al pueblo…pues eso es otra cosa. Eso es el aspecto legal de la cuestión que está muy por debajo del primero, aunque para muchos políticos eso de la ética y la moral resulten una necedad de "los de abajo".
Esa es la diferencia entre la posición profesional de un abogado defensor en el caso y la postura moral de el ciudadano común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario